Hay un encanto especial en los rituales que preceden al gran día, y entre ellos, la cena de ensayo se ha convertido en una tradición cada vez más valorada y que ha tomado fuerza en los últimos años en México. Este momento no solo es la oportunidad perfecta para reunir a quienes tienen un papel clave en la boda, también es un espacio íntimo donde se afinan los últimos detalles y se teje la complicidad que hará inolvidable la ceremonia.
La rehearsal dinner, o cena de ensayo, tiene sus raíces en las bodas de Estados Unidos, pero ha cruzado fronteras gracias a su calidez y practicidad. Se realiza usualmente la noche anterior a la boda, después de ensayar la ceremonia, y funciona como un ensayo general del gran día: se trata de preparar y alinear quién entra, quién acompaña, en qué momento sucede cada cosa para que todo salga correctamente y con fluidez en el gran día. Pero, más allá de la logística, es un gesto de hospitalidad y agradecimiento hacia las personas más cercanas a los novios.
¿Quiénes deben estar invitados?
La lista no busca ser extensa, sino significativa. La familia inmediata, el cortejo nupcial (damas de honor, pajes, padrinos) y aquellas personas que participan directamente en la ceremonia son los invitados principales. En algunos casos, los novios amplían el círculo para incluir a familiares que han viajado desde lejos o amigos muy especiales, pero siempre bajo la premisa de mantener un ambiente íntimo y cercano.
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¿Qué sucede durante la cena de ensayo?
El orden puede variar, pero suele iniciar con un breve ensayo en el lugar de la ceremonia: entradas, posiciones, tiempos. Una vez afinados los detalles, llega el momento más esperado: la cena. Aquí se rompe con la formalidad y se apuesta por un ambiente relajado, donde las risas y las anécdotas fluyen sin prisa.
Es común que los novios o los padres dirijan unas palabras de bienvenida, que se hagan brindis espontáneos y que se entreguen pequeños obsequios de agradecimiento a los integrantes del cortejo nupcial.
Momentos clave que no deben faltar
- El ensayo en sí: aunque breve, da tranquilidad a todos y reduce nervios para el día siguiente.
- El brindis: palabras de cariño, gratitud y complicidad que dejan huella.
- Los regalos: un detalle simbólico para quienes acompañarán a la pareja en el altar.
- La convivencia: es la oportunidad perfecta para que ambas familias se conozcan mejor antes del gran día.
Más que un ensayo, un recuerdo en sí mismo
La cena de ensayo no pretende competir con la boda, sino complementarla. Es ese preludio íntimo que suaviza la tensión, une a los más cercanos y abre paso al gran día con un aire de complicidad y celebración.
Porque si algo tiene de especial esta tradición es que recuerda a la pareja que no están solos: a su alrededor hay un círculo de amor y apoyo que camina con ellos hacia el “sí, acepto”.