El ramo de novia es mucho más que un accesorio: es una extensión de tu energía, de la historia que estás contando con tu vestido, tu estilo y la atmósfera de ese día. Elegir las flores adecuadas es tan importante como saber cuáles podrías (o deberías) evitar.
Porque sí, hay flores encantadoras a la vista, pero no tan prácticas o simbólicas para acompañarte en uno de los momentos más significativos de tu vida. Aquí te compartimos algunas que quizá prefieras dejar fuera del ramo:
Lirios orientales
Dramáticos, fragantes y visualmente impactantes, pero con un aroma muy intenso que puede resultar abrumador y hasta mareador durante la ceremonia. Además, el polen puede manchar el vestido sin aviso.
Alternativa: opta por astromelias, que tienen una forma similar, pero con fragancia suave y mayor resistencia.
Hortensias
Aunque su volumen y color son encantadores, son flores extremadamente delicadas y se marchitan con facilidad fuera del agua. Si sueñas con un ramo que dure toda la ceremonia (y las fotos), quizá no sean la mejor opción.
Alternativa: considera las peonías o rosas spray, que ofrecen volumen y romanticismo con mayor durabilidad.
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Tulipanes
Clásicos y elegantes, pero sensibles al calor y la manipulación. Se abren rápidamente y pueden perder su forma antes de tiempo, sobre todo en bodas al aire libre.
Alternativa: opta por claveles, que ofrecen una estética romántica, son increíblemente resistentes y están disponibles en una amplia gama de colores.
Gardenias
Su aroma es embriagador y su estética, perfecta… hasta que las tocas. Son flores muy frágiles que se magullan fácilmente, y un ramo no suele perdonarlo.
Alternativa: opta por camelia blanca, que tiene una apariencia similar pero es más resistente al manejo.
Dalias en clima extremo
Son de las favoritas por su textura única, pero en climas muy calurosos tienden a marchitarse rápidamente. Si tu boda es en verano o playa, considera alternativas más resistentes.
Alternativa: las zinnias o craspedias aportan color y estructura sin sacrificar frescura bajo el sol.
La belleza de un ramo no está solo en su estética, sino en cómo te hace sentir. Habla con tu florista, comparte tu visión y toma en cuenta detalles como la temporada, la duración y el simbolismo. Al final, cada flor lleva una historia… asegúrate de que la tuya sea la que quieres contar.
Un ramo bien pensado es como un poema visual: habla de ti, de tu amor y del momento único que estás por vivir.