La planeación de tu boda puede conllevar mucho estrés, se trata de uno de los días más importantes de tu vida y es normal que quieras que todo suceda tal como lo estás pensando. Sin embargo, habrá muchas situaciones que no estén en tu control y lo mejor que puedes hacer —si quieres llegar radiante y con mucha energía al día de tu boda y no ser una bridezilla— es relajarte, dejar que la wedding planner haga su trabajo (si es que tienes una) y disfrutar del proceso.
La emoción de la boda no es solo el gran día o la búsqueda del vestido, sino que debería estar presente en cada una de las situaciones de la planeación. Desde que estés creando tus tableros de Pinterest o bien, decidas hacer mood boards con tus amigas… hasta la prueba del menú, la elección de las flores y cada detalle que hará que tu fiesta sea única. Así que no lo vivas rodeada de estrés, después de unos años, cuando recuerdes el proceso de tu boda, querrás tener buenos recuerdos, no momentos en los que —quizás— alejaste a seres queridos por no poder llevar una planeación de disfrute y emociones.
Si te identificas con al menos dos de las siguientes situaciones, lamento decirte que estás convirtiéndote en una bridezilla.
Tu boda, tu mundo
La primera señal de alarma es cuando no puedes hablar de otra cosa que no sea tu boda. No importa si es en forma de presunción o porque todo el tiempo quieres estar afinando detalles, tu único tema de conversación es el gran día. Probablemente tus amigos y familiares ya te lo han dicho y hasta han intentado cambiar el tema de una conversación sin mucho éxito. Recuerda que más allá de tu proceso, hay otras personas a tu alrededor que no lo están viviendo con la misma intensidad que tú, así que intenta balancear tus conversaciones para que no parezcas disco rayado.
Nadie te apoya
Sientes que nadie te entiende y que estás cargando todo el peso de la planeación sobre tus hombros (aunque tienes una wedding planner que te ha aconsejado en todo el camino). Crees que nadie entiende lo importante que es para ti este día, aunque en realidad sí lo hacen pero tú no logras ver más allá del estrés que te genera que todo salga tal y como lo estás imaginando.
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Quieres controlarlo todo
Si le hablas a tu wedding planner 10 veces al día para asegurarte de que todo esté funcionando y avanzando cómo tú quieres, definitivamente te has convertido en bridezilla. Culpas a tu pareja por su poca participación en el proceso aunque al mismo tiempo quisieras poder hacerlo todo por tu cuenta sin involucrar a terceros, excluyendo a todo el que intenta ayudarte porque sientes que nadie entiende tu proceso, tu concepto y tú interés —obsesión cof, cof— en que todo salga bien. Relajarte un poco, dejar que las cosas vayan tomando forma y disfrutar el proceso no te vendrían nada mal.
Eres una bomba de emociones
Para este punto, el estrés de tu boda te ha dado más problemas que beneficios. Probablemente ya comenzaste a pedirle disculpas a tus familiares y/o amigos cercanos por tu mal humor o quizás aún no hayas llegado a ese punto y más bien, nadie puede decirte nada sin que te enojes y pienses que nadie entiende por lo que estás pasando.
Paranoia total
Probablemente creas que todo el mundo —tus amigas cercanas que también están comprometidas— quieren robarte todas las ideas para tu boda. Crees que nadie podría hacerla diferente a ti y que están obsesionadas con lo que tú estás planeando. Si es así, quizás tengas varios tableros de inspiración privados y no dejes de stalkear hasta la última cuenta de redes sociales para asegurarte de que nadie lo está haciendo igual que tú o incluso para robarte algunas ideas. Y la verdad es que no está mal. Todas las bodas (aunque tengan elementos parecidos o en común) son diferentes, cada celebración es única, así que no te preocupes si de pronto ves un arreglo floral similar al que tú querías en la boda de algún conocido.
Si llegaste hasta acá y te sentiste identificada con alguna o varias de las situaciones anteriores, tienes lo necesario para ser una bridezilla, quizás sea buen momento para replantearte qué es todo eso que te causa estrés, malestar o enojo. Cuestiónate si realmente vale la pena vivir el proceso de la planeación de un día tan maravilloso aislada o peleada con el resto de las personas que se acercan a ti. Toma un paso atrás, respira y disfruta todo lo que puedas el proceso previo al gran día, verás que en un futuro estarás llena de buenos recuerdos del antes, durante y el después de tu boda.